Las muelas del juicio, o tercer molar, se encuentran al final de la boca y suelen salir entre los 17 y los 24 años, aunque hay personas que nunca les llegan a salir. Si llegan a salir todas, son cuatro, una en cada esquina. Pero ¿qué hay de cierto en el mito de que una vez aparecen hay que extraerlas?
La muela del juicio es la forma popular de denominar al tercer molar o, lo que es lo mismo, a las últimas piezas dentales que aparecen en la boca. Son las últimas muelas en desarrollarse y en erupcionar.
La peculiaridad de estas piezas es que en cada persona pueden aparecer o no. Es decir, algunas personas nunca les llegan a salir –como mucho son cuatro molares– y otras pueden tener una o dos. Además, tampoco tienen porque salir al mismo tiempo, o no del todo.
Estos dientes, normalmente, aparecen al final de la adolescencia, entre los 17 y los 24 años. Y a veces lo hacen con algunos síntomas, como inflamación en la zona o dolor. Asimismo, cuando aparecen las muelas del juicio, pueden mover o torcer otros dientes cercanos y dar lugar a problemas bucales. El odontólogo será siempre el encargado de revisar estas problemáticas y recomendar la conveniencia de extraer o no las últimas molares.
En el caso de ser necesaria una extracción, hay que saber que se trata de una intervención que puede ser muy sencilla en caso de los superiores y más compleja en los inferiores. Esta operación soluciona varios problemas, como la falta de espacio que no permite salir a la muela correctamente, y evita, además, futuras complicaciones y dolores.
¿Cuándo extraer las muelas del juicio?
En ocasiones, las muelas del juicio no ocasionan mayores problemas, pero si no tienen suficiente espacio para crecer pueden causar dolor o inflamación. Y también pueden llegar a afectar a otras piezas dentales y provocar, por ejemplo, apiñamiento de los dientes.
En ocasiones, los molares no pueden erupcionar totalmente y esta situación provoca que parte del diente quede cubierto por la encía. Esto, a su vez, facilita que los restos de comida o las bacterias queden atrapados y se den infecciones. Generalmente, suele ser un problema más común en las muelas del juicio inferiores.
También puede darse un constante dolor de muelas que suele ser intenso, pero no continuado. Es decir, generalmente, una vez pasado el dolor más agudo se olvida hasta el siguiente episodio. El paciente puede notar una sensación de presión en la zona posterior de la mandíbula.
Existen otras señales que hacen que se deba plantear la extracción, como los flemones, dificultad a la hora de abrir la boca, ciertas alteraciones de la mordida, que la muela no acabe de erupcionar, etc.
En resumen, se recomienda la extracción de muelas del juicio cuando:
- Hay falta de espacio para que crezcan en la posición correcta y, por lo tanto, no se puede masticar bien.
- Su posición no permite que salgan completamente y quedan, en parte o totalmente, dentro de la encía.
- Se asocian a infecciones, quistes u otras lesiones orales.
- Perjudican a otras piezas dentales de su entorno, causando caries o pérdida ósea.
- Hay problemas de malposición y esta no puede corregirse con tratamientos de ortodoncia.
En todos estos casos, se recomienda por el especialista extraer las muelas del juicio. Hay pacientes que prefieren quitarse las cuatro muelas a la vez y otros que lo hacen de forma más paulatina. En este tipo de intervenciones es muy importante escuchar la voz del profesional, que estudia cada caso de forma individual.
¿Cómo es el posoperatorio?
Al igual que cada retirada de muela es única, la recuperación también lo es. Se pueden dar intervenciones de cinco minutos y otras que necesiten más de una hora para acceder a la muela. En todos los casos, se aplica anestesia local. En cuando a los puntos de sutura, serán necesarios en la mayoría de las intervenciones, para ayudar a una correcta cicatrización de la herida.
Generalmente, tras este tipo de intervención se recetan antibióticos durante una semana siempre. Además, es importante que el paciente siga concienzudamente una higiene bucal que el odontólogo le recomendará. Podrá así evitar las infecciones y las molestias.
Durante las primeras 24 horas, es necesario enjuagar la boca con agua tibia y de forma suave tras las comidas y, durante los primeros días, se aconseja no cepillar la herida. Por otro lado, deberán comerse alimentos blandos y, paulatinamente, ir volviendo a la dieta habitual. También se aconseja que los tres o cuatro primeros días no se realice actividad deportiva ni se fume.
Olga Rabassa
Responsable equip dental, centre mèdic Atlàntida