La caries es una de las enfermedades dentales más frecuentes en la etapa infantil. Consiste en una destrucción progresiva del diente y se trata de un proceso que empieza en el exterior –destruyendo el esmalte– y que progresa hacia el interior, desmineralizando las diferentes capas dentales.
Al principio, cuando la caries solo afecta al esmalte, no es dolorosa. Es a medida que avanza cuando se empiezan a notar molestias, especialmente cuando el diente entra en contacto con cosas calientes o frías.
Si no se trata lo antes posible, la caries puede llegar a dañar el nervio, causar una fractura de la pieza afectada e incluso causar la pérdida del diente.
Además, en ocasiones, una caries puede incluso provocar alteraciones del sueño, dificultar la ingestión y digestión de alimentos y, en niños, hasta afectar la comunicación, el aprendizaje y el juego, y causar una reducción de la autoestima.
La caries es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia, por delante del asma y de la rinitis alérgica, por lo que mantener una buena salud dental de pequeños es necesario para lograr una salud dental óptima.
¿Qué produce la aparición de caries?
Hay muchos factores que influyen en la aparición y el desarrollo de caries. La condición más importante en los niños es la presencia prolongada de carbohidratos (azúcares) en la boca, que normalmente se da cuando se ingiere con frecuencia una alta cantidad de alimentos y bebidas dulces. Además, esta enfermedad infecciosa también está asociada a la ausencia o la mala higiene oral, a no utilizar dentífrico o a la presencia de defectos en el esmalte, que favorecen su aparición y determinan su gravedad. También hay personas más propensas que otras a padecer este problema.
La evolución de la caries
La caries, desde que aparece, evoluciona en distintas fases:
- Aparición de puntos blancos. En primer lugar, la caries afecta a los tejidos duros (al esmalte, principalmente). En esta fase inicial, aparecen algunas zonas blancas en la superficie del diente, a causa de la pérdida de calcio y la acumulación de la placa. Las bacterias de la placa empiezan a metabolizar los azúcares de los alimentos, cuyo ácido afecta al esmalte dental, desmineralizándolo. En este punto, con un tratamiento adecuado, la caries aún es reversible.
- Deterioro progresivo del esmalte. Con el tiempo, la superficie del diente con caries se puede romper. Si el deterioro persiste, es necesario acudir al dentista, cuanto antes mejor, con el objetivo de evitar la rotura completa de las piezas dentales implicadas.
- Afectación de la dentina. Si no se trata, la caries va avanzando hasta alcanzar la pulpa o el nervio dental. En este estadio es cuando el paciente empieza a sentir un dolor agudo, sobre todo al ingerir alimentos o bebidas frías o calientes (lo que se conoce como sensibilidad dental). Es posible que en esta fase sea necesario que el dentista, para poder reconstruir el diente, realice un empaste.
- Dolor. La caries avanza por el canal de la raíz hasta llegar al ligamento periodontal, es decir, el hueso que sujeta al diente. Si la pulpa (el centro del diente) se infecta con bacterias, se puede llegar a formar pus, que afectará a los vasos sanguíneos y a los nervios dentales. El tratamiento más usado en esta fase es la endodoncia, que, de hecho, es uno de los procedimientos más utilizados en las clínicas dentales. Se trata de la extracción total de la pulpa dental para neutralizar el nervio, hacer desaparecer el dolor y salvar la pieza.
¿Se puede prevenir?
Tanto los padres, en casa, como los profesores y los monitores, en la escuela, deberían enseñar y asegurarse de que los niños llevan a cabo una serie de acciones diarias para evitar que se produzcan caries en los dientes.
- Higiene oral: Es básica para prevenir la caries, entre muchas otras enfermedades dentales. Es muy importante inculcar a nuestros hijos el hábito de lavarse los dientes tras cada comida y usar hilo dental Los dentífricos y los enjuagues bucales con flúor también contribuyen a proteger la superficie de los dientes, pero hay que buscar productos que sean adecuados para niños.
- Moderar el consumo de algunos alimentos y bebidas, sobre todo aquellos que tienen grandes cantidades de azúcar, como los chicles, los caramelos o los refrescos, pues favorecen la aparición de caries. Además, es muy importante lavarse los dientes siempre tras la ingesta de esos productos.
- Revisiones periódicas: Se recomienda visitar al dentista al menos una vez al año (preferiblemente dos), aunque uno crea que su salud dental es óptima. Cada vez podemos adquirir utensilios de limpieza más sofisticados (cepillos eléctricos, irrigadores…), pero nunca alcanzarán la perfección de una higiene profesional. Por ello, esta debería realizarse cada seis meses. No está de más hacerse radiografías anualmente para detectar posibles caries antes de que se encuentren en etapas avanzadas.
Consecuencias y diagnóstico
El deterioro precoz de los dientes puede llegar a afectar la masticación de los alimentos, y esto puede dificultar una correcta digestión y asimilación de los nutrientes ingeridos, con las consecuencias que ello puede acarrear.
Además, las caries deben tratarse a tiempo para evitar los procesos infecciosos que pueden derivarse y evitar el dolor asociado, ya que pueden llegar a ser muy molestas. En el caso de los niños, si no se hace nada al respecto, posteriormente, con la aparición de los dientes definitivos, podrían presentar manchas o malformaciones.
El odontólogo, en la consulta, realizará una inspección visual, usando un espejo y una sonda dental, para determinar si un diente presenta o no caries. También puede servirse de la exploración radiológica, que proporcionará más información sobre la extensión de la caries y sobre las lesiones que se hayan producido. En función de la gravedad, recomendará un tratamiento u otro.
Si tu hijo nota molestias al masticar, presenta sensibilidad dental o tiene alguna mancha en un diente, puede que tenga alguna caries. Instaura pautas de higiene diarias y pide cita con el dentista para acabar lo antes posible con el problema.